martes, 25 de octubre de 2011

La poesía española en el siglo XX (PAU/Zaragoza)

La literatura española, a partir del último decenio del siglo XIX hasta la Guerra Civil (1936 – 1939), va a vivir un periodo de plenitud: la Edad de Plata. La primera etapa se inicia con el Modernismo y la Generación del 98; ésta es seguida por el Novecentismo, menos romántico y más intelectual, por los vanguardismos y por la Generación del 27. Esta época esplendorosa se cerrará con una vuelta a la poesía “impura” y quedará truncada por la guerra civil.
                                                                                                        
            El desencanto, el inconformismo, el “espíritu de rebeldía” de que hablaba Azorín fueron los desencadenantes de unas reacciones que, a nivel literario, se tradujeron en una renovación total. Frente a una sociedad insensible y abúlica, gobernada por políticos ineptos, frente a unos escritores grandilocuentes y vacuos, frente al positivismo y a una moral burguesa e hipócrita, se rebelan unos jóvenes proponiendo reformas sociales, protestando por la concesión del Premio Nobel de Literatura a Echegaray, símbolo de lo viejo y de lo inútil; marcando, en definitiva, enormes distancias ideológicas y artísticas con el poder. Otros muestran su desacuerdo expresando con crudeza su angustia vital o, paradójicamente, fantaseando sobre mundos de una belleza exótica, exquisita e irreal. Es la “crisis de la conciencia burguesa” manifestada por noventayochistas y modernistas.

Estos son los epígrafes que pueden corresponder a preguntas del examen de Acceso en el apartado de poesía:
Lectura asociada: El Romancero gitano: los personajes, el espacio, los símbolos, la métrica, el estilo.

Como apoyo y complemento del libro, recomendamos el estudio crítico del Romancero gitano, que sigue las instrucciones de la Universidad de Zaragoza en relación con la Prueba de Acceso:
  • CASORRÁN MARÍN, María José: Estudio crítico del Romancero gitano, Mira Editores, Biblioteca Estudios.

miércoles, 19 de octubre de 2011

El idioma lo llevamos puesto

Providencialmente llega a mí este vídeo que tiene mucho en común con el texto que analizabais hoy en vuestro examen. Félix de Azúa en su artículo "Hablar" ("El País", 16/12/98) consideraba que los hablantes hispanoamericanos eran mucho más correctos en el uso de la lengua que cualquier ciudadano español. También este gramático coincide en que cualquier joven colombiano tiene mayor riqueza léxica.

 Interiorizar que la lengua no es algo ajeno, sino que forma parte de nosotros ("la llevamos puesta") quizá sea el primer paso para comenzar a mejorar la competencia lingüística. 
En este vídeo  Ignacio Bosque, miembro de la Real Academia Española de la Lengua, discípulo de Fernando Lázaro Carreter, y uno de los mejores lingüistas de la actualidad, reflexiona sobre el uso de la lengua y también sobre la enseñanza de la misma. Gracias, Ana, por hacerlo llegar tan oportunamente.

jueves, 6 de octubre de 2011

"Ya inventamos", Fernando Lázaro Carreter

Ya inventamos

El caso es que, además de hacer las rutinarias rapiñas superfluas, algunos hablantes públicos se han puesto a inventar vocablos, giros y acepciones, lo cual nos redime de aquel desdén unamuniano tan cutre de «que inventen ellos». [...]
Están los o las que se inventan palabras con la misma impavidez que un churrero hace churros. El español ha sido menos proclive que otras lenguas a derivaciones del tipo sentimental > sentimentalizar. Pero se está empleando vehiculizar, que, en lenguaje culto y semiculto, prefieren muchos al plausible rodeo servir como vehículo, lo mismo de ideas que de proteínas. El uso de ese verbo es especialmente frecuente en el español de América, donde se documenta (Argentina, México...) desde los años sesenta. Junto a él, y a la vez, aparece vehicular (francés véhiculer).  Tienen el éxito asegurado; parecen más elegantes y refinados que transportar.
Pero esta soltura con que otras lenguas europeas han formado derivados sensatos se ha extendido anárquicamente a muchos de nuestros comunicadores, que se entregan a la forja de vocablos con la aludida naturalidad churrera. Estos días, por ejemplo, en que todos los españoles andamos preocupados valorando los primeros resultados de la Liga, llega uno de tales aventureros y filosofa sin respeto alguno a las cámaras acerca de quién campeonará. [...]
En otro programa, se recuerda que, frente al reconocimiento monárquico a ciudadanos eminentes mediante la concesión de títulos de nobleza, la República instituyó un sistema premial, es decir, de premios. El informador expelió aquello por la boca como si fuera un gas natural. He aquí ahora que un político ampliamente votado habla de gradualizar la evolución de las autonomías. No se entiende muy bien qué es eso, tal vez ir cediendo poco a poco y no de una vez, a buenas horas, potestades del Estado. Pero ese prohombre creyó que haber salido elegido en una lista electoral le otorga poder sobre el lenguaje. [...]
Concedo un lugar de lujo a otro descubrimiento que debe ser juzgado como excepcional, y que ha surgido de ese cocedero de novedades idiomáticas que es el deporte. Al igual que en todas filas, graduaciones o escalas, hay un último y, por tanto, un penúltimo. En las clasificaciones deportivas, es bien sabido, al que cierra la tabla se le da el poco piadoso nombre de colista; pero el que le precede ¿qué es? ¿Precolista? No, porque también anda por la cola. Y cocolista, paralelo al colíder del que ya hablamos, es la solución. ¡Con que inventen ellos!, ¿eh?

Fernando Lázaro Carreter, El dardo en la palabra


¿Qué opinas de la invención indiscriminada de palabras? ¿Conoces algún otro neologismo inadecuado?

Aprovecha este texto para practicar el resumen. 

miércoles, 5 de octubre de 2011

¡Cuidado con el libro!


Estos días andamos en 4º ESO rememorando Farenheit 451, novela de ciencia-ficción que plantea una sociedad del futuro en la que están prohibidos los libros. Si pensabais que prohibir libros no es algo de lo que tengamos que preocuparnos hoy en día no dejéis de leer el artículo "Cuidado con el libro", que publicó en "El País"  Manuel Rodríguez Rivero el pasado 14 de septiembre. Os sorprenderá saber que en algunas biblitecas escolares estadounidenses están siendo cuestionados clásicos como "Las aventuras de Huckleberry Finn" o "Un mundo feliz", junto a otros títulos actuales como "Crepúsculo". Los pretextos aducidos por los censores van desde "lenguaje inapropiado" hasta "violencia", pasando por "anticapitalismo", "sexo explícito", "homosexualidad" e "irreligiosidad".

¿Tan peligroso resulta leer? ¿Qué pensáis?